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Omega: Citius, Altius, Fortius

Omega
Aug 4 2016 - 12:55

"El deseo de ganar está alimentado muy a menudo por algo diferente a la ambición de una distinción honorable. Si no queremos que el deporte degenere y muera una vez más, hay que purificarlo", afirmaba De Coubertin, el padre de los modernos Juegos Olímpicos. Con ese espíritu piadoso y catártico nació esta competición mundial en 1894. "Citius, altius, fortius" -más rápido, más alto, más fuerte-. Los sueños no tienen límites.

Construcción de leyendas
En la antigua Grecia se esperaba de los atletas el mejor desempeño para orgullo de su ciudad natal. En la actualidad el atleta ha logrado ser una especie de héroe moderno. Es aquel que es más rápido, más fuerte, más ágil, aquel que casi vuela. Aquel que ha estrechado los límites de lo posible, el que compite incluso contra sí mismo. Cada segundo cuenta, ya no basta con cruzar la meta primero, con romper ese listón, ahora imaginario. Hoy, lo primero que hace el corredor, nadador, saltador, gimnasta… es voltear a ver el cronómetro, y alza las manos cuando esa milésima de segundo le dio una victoria. De este modo se han establecido récords, así el jamaiquino Usain Bolt, ha logrado ser el hombre más veloz del mundo con el récord de 9,58 segundos en la prueba de 100 mts establecido en el 2009, y así fue como los nadadores Ian Thorphe y Michael Phelps se han convertido en leyendas.

Investigación e innovación tecnológica
Los atletas luchan contra un número luminoso que aparece en una pantalla led: el tiempo. Y ese número sobre una pantalla lo refleja un cronómetro ultrapreciso y ultrasensible de Omega. Siempre viendo hacia el futuro la Casa Omega se sustenta en un pasado sólido. Como un niño sueña con ser atleta alimentando ese sueño con práctica, dedicación y sacrificio, así Louis Brandt tuvo la visión de crear en 1848 un pequeño atelier en La Chaux-de-Fonds que se ha convertido en una de las marcas más reconocidas en el mundo. Ochenta y cuatro años más tarde, en 1932 Omega se convirtió en el cronometrador oficial de los juegos olímpicos. Desde entonces la casa relojera, se ha dedicado a investigar e innovar dentro del campo ayudando a atletas y jueces a crear competencias más justas. Lo que alguna vez se cronometró con un aparato mecánico que contaba cada segundo, ahora es cinco veces más preciso, llegando hasta seis decimales. La tecnología además de ayudar a inmortalizar el desempeño de cada uno de los atletas participantes, ofrece una certeza casi perfecta y permite una mayor capacidad en la distribución, visualización y almacenamiento de los resultados. Sin la medición exacta, no habría récords olímpicos.

En el olimpo de los ganadores
En 1948 Londres fue testigo del nacimiento del cronometraje moderno. La tecnología suplantó al hombre y el “ojo mágico” -una cámara Photofinish desarrollada por la British Race Finish Recording- que funcionaba junto con el sistema de cronometraje de Omega inmortalizó el desempeño de los mejores atletas del mundo. En 1932, En Los Ángeles, se utilizaron 30 cronógrafos (desarrollados por la subsidiaria de Omega, Lémania) para todas las pruebas. En 1988, en Seúl, 100 técnicos, 60 toneladas de material y 400 kilómetros de cable se emplearon para el cronometraje. En el 2012 se instalaron 450 cronógrafos que 850 voluntarios operaron generando 420 toneladas de material. Una supercomputadora Quantum como corazón de toda la operación, la cual mide el tiempo a casi una millonésima de segundo. El premio no es sólo una medalla, sino también un número y el reconocimiento mundial de ser el mejor en un deporte olímpico. En los juegos hay lágrimas de risa o de impotencia, de emoción o de tristeza, los que ganan y pierden, los que compiten. Millones estaremos pendientes de los resultados y alentaremos a nuestros favoritos. Veremos récords romperse, pero veremos sobretodo cómo durante 16 días el mundo está al pendiente de esos héroes modernos que suben al estrado, al olimpo de los ganadores.

Campana
Forjadas a mano en las montañas del Jura de Suiza. Mientras que Omega ve al futuro desarrollando alta tecnología e informatizando el conteo olímpico, también respeta la tradición. Las 21 campanas que marcarán la última vuelta en las carreras de atletismo son muy similares a sus antecesoras.

Anitzel Díaz

Anitzel Díaz

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