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Poinçon de Genève, 130 años en la frontera

Está de aniversario y, a fecha de hoy, más de 1 millón de relojes son merecedores de este exclusivo y excluyente sello de calidad. ¿Qué hace tan especial al Punzón de Ginebra? ¿Por qué Patek Philippe dejó de esgrimirlo como sello de calidad? ¿De qué manera influyen recientes certificaciones como la revolucionaria METAS utilizada por Omega?¿Cómo ha logrado la joven relojería de Louis Vuitton adherirse a él?

El Punzón de Ginebra se creó para los relojes mecánicos que se montaban y se ajustaban en el propio cantón de Ginebra. Introducido en 1886, es una garantía de Estado que simboliza la calidad. Debe sus orígenes a una cuestión de etiquetado de procedencia, ya que los relojeros de la región debían defenderse frente a falsificaciones. Un swiss made de trabajo artesanal incuestionable.

Sólo pueden acceder a esta distinción los movimientos que hayan sido montados y regulados en el propio cantón de Ginebra y se otorga a las manufacturas cuya sede principal está allí. Las marcas portadoras son Cartier, Chopard, Roger Dubuis y Vacheron ConstantinPatek Philippe hasta el año 2009—. Louis Vuitton se ha sumado este año con su modelo Flying Tourbillon Poinçon de Genève, cuyo calibre LV104 -foto en portada- ha sido desarrollado en su totalidad desde cero por la propia firma en su atelier ginebrino. Y también ahora Ateliers deMonaco, una joven compañía vinculada a Frédérique Constant, se une a este grupo.

El label comprende 12 criterios permanentes que deben cumplirse totalmente si se quiere conseguir la certificación de plenas garantías. Estos criterios se han ido modificando a lo largo de los años para adaptarse a los cambios de la industria, siempre en la búsqueda de la excelencia.

A mediados del 2009 y después de 120 años, Patek Philippe empezó a remplazar el Punzón de Ginebra por el propio Sello Patek Philippe. Este cambio tardaría aproximadamente dos años en implementarse. Los argumentos esgrimidos entonces por la manufactura se basaban en que los criterios del sello ginebrino se referían únicamente a la fabricación y el acabado de los componentes del movimiento y regían su aspecto visual y su funcionalidad, pero no incluían la precisión de marcha, las cajas, las esferas, ni otros aspectos de un reloj completamente terminado.

La respuesta no se hizo esperar. En el 2011, entraron en vigor los nuevos criterios del Punzón de Ginebra. La principal novedad residía en que hacen referencia al conjunto del reloj y no sólo a su movimiento, como en la anterior normativa. Pero la realidad de las certificaciones entró en una espiral contestaria. En el 2014, Omega y el Swiss Federal Institute of Metrology (METAS) anunciaron su colaboración en una certificación de precisión y funcionamiento de relojes inédita. A finales del 2015, nacía el nuevo Laboratorio METAS en el centro operacional de Omega en Bienne, en donde se realizan ocho pruebas que reproducen las condiciones de utilización en la vida real, incluida la exposición a campos magnéticos hasta de 15.000 gauss. Sin desbancar a la histórica certificación del COSC (Control Oficial Suizo de Cronómetros), METAS dará, no solo a Omega sino a cualquier marca suiza que lo desee, la oportunidad de demostrar la precisión extrema.

Ya el siglo XIX fue escenario de concursos de cronómetros en los Observatorios suizos de Ginebra y Neuchâtel. Los concursos de los relojes de pulsera empezaron posteriormente, ya a mediados del siglo XX. Espíritu de perfección constante y de superación de los competidores. El ganador de cada edición gozaba de una publicidad excelente y extendía su “reconocimiento oficial” al resto de sus creaciones. En el caso de los cronómetros, se rigen por la norma general ISO 3159, que dicta los criterios para el término “cronómetro”, detallando el programa de dichas pruebas y los requisitos necesarios para los chronomètres-bracelet.

¿Estamos ante una carrera “armamentística” de certificaciones? Montblanc , por su parte, cuenta con la garantía interna de la prueba de “500 horas”, que simula el ciclo de vida del primer año de un reloj. La manufactura de Jaeger-LeCoultre aplica su test 1000 Hours Control desde 1992. La Fundación Calidad Fleurier es otra certificación que asegura la calidad y procesos de los materiales utilizados, las técnicas decorativas empleadas y los tipos de acabados.

Quizá se exagera un poco, pero parece que las marcas relojeras tendrán que situarse a un lado u otro de la frontera de Ginebra. En el caso del Punzón, la delimitación geográfica es insalvable, salvo que las firmas empiecen a ubicar sus plantas de producción en la ciudad, como ha hecho Louis Vuitton, con La Fabrique du Temps. Al otro lado, está el vasto territorio de METAS, o el restringido COSC, fundado en 1973, y responsable de certificar la exactitud y precisión de los relojes de pulsera en Suiza. Más de 1 millón de cronómetros certificados son entregados cada año, representando únicamente 3% de la producción relojera Suiza.

Beatriz Roldán

Beatriz Roldán

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