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Bell & Ross, un reloj de altura

Bell & Ross
Mar 28 2016 - 16:54

“Tuve suerte porque traía conmigo mi reloj Bell & Ross, mi reloj favorito”, cuenta Rodrigo Ibargüen, piloto acrobático, después del susto que se llevó en noviembre del año pasado. El piloto que ha estado volando durante más de 36 años tuvo un accidente bastante peligroso en las inmediaciones de la ciudad de Guatemala. Fue el 21 de noviembre del 2015. Había un poco de lluvia pero nada que previniera al vuelo de prueba que Ibargüen y su copiloto llevaban a cabo. Pero cuando la aeronave alcanzó los 10,000 pies de altura, después de 15 minutos de haber despegado, el motor explotó y el avión comenzó a perder altura. Ibargüen logró aterrizar en una calle sin tránsito.

El piloto trabajó para aerolíneas comerciales durante la mayor parte de su carrera, entre ellas Eastern Airlines, Pan American Airlines y Delta Airlines. Finalmente decidió regresar a sus orígenes y vuelve a los Stearmans, P-51 Mustangs y Pitts. Amante de la adrenalina y fiel a su vocación se convirtió, primero en instructor. Trabajó para American Winds Inc. por más de dos años y entrenó a más de 500 estudiantes de la academia Flight Safety. Después se volvió piloto acrobático. Ahora forma parte del Team acrobático G4 en su país de origen, Guatemala. Lo de volar y la acrobacia le viene de familia. Su padre, a quien Rodrigo considera su mentor, fue parte de un team acrobático de seises. Ahora Rodrigo es de los performers más solicitados de Guatemala. “Soy un performer, pero somos un equipo. Siempre mi copiloto y los que mantienen los aviones en perfecto estado. Y el equipo con el que entreno”, comentó en una entrevista.

El 21 de noviembre volvió a nacer, volaba un Navajo, era un día cualquiera. Después de la falla del motor, tuvo que planear y buscar el lugar más seguro para caer. Minutos después, el avión chocó. Algunos testigos describían la escena como una película de Hollywood, fuego… algo cayendo del cielo. Pero Ibargüen quedó atrapado y el fuselaje comenzó a incendiarse. Justo cuando las llamas lo alcanzaban logró escapar con la ayuda de los auxiliares de seguridad que llegaron. Relata su historia todavía algo impactado: “Tuve suerte porque traía conmigo mi reloj Bell & Ross, mi reloj favorito.” Ibargüen combina su pasión por la aviación con la de la colección de relojes. Su Bell & Ross no es solo su amuleto de la suerte, también lo usa como instrumento de navegación. El saldo: algunas quemaduras en los brazos y piernas y uno que otro hueso roto. ¿El reloj? Bueno éste sufrió sus golpes después del impacto del choque. Pero sigue funcionando. Fuera de unos ajustes que se le tuvieron que hacer a la reserva de marcha, cambiándole el rodamiento de bolita y la rueda de inversión, el reloj sigue funcionando y seguirá acompañando al piloto en su próximo vuelo.

Anitzel Díaz

Anitzel Díaz

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